Gracias a letra ñ podemos soñar, pestañear, añadir, enseñar y muchas cosas más. De pequeños aprendimos la onomatopeya ñam, ñam y también a ponerle la virgulilla que, a modo de sombrero o ceja a la letra n, formaba la ñ.
Sin ella no habría mañana, ni año, ni uñas, ni otoño, ni piñatas, en español, claro, y tampoco podríamos tomarnos una caña, ni existiría la misma construcción pero con dos oes, esa interjección vulgar para mostrar enfado o malhumor…
Y es que la letra ñ es una seña de identidad que no siempre estuvo ahí y que no solo existe en el idioma castellano, pero que se reivindica en él constantemente.